26.10.06

La rata que volvió de la muerte

Nurburing, Alemania 1976. El Ferrari de Niki Lauda choca contra un muro al salirse de la pista, rebota y vuelve a la pista. De repente el coche comienza a arder y Niki con él. Tres pilotos se detienen a ayudarle: Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario; al que más tarde Lauda le regaló un reloj de oro en agradecimiento. El piloto austriaco arde vivo. Al borde de la muerte, un sacerdote le administró la extremaunción. Tiene graves daños en los pulmones y en la sangre además de quemaduras en el rostro. Cayó en coma.

Lauda había nacido en el año 1949 en el seno de una familia adinerada. En contra -y gracias a su ayuda económica- de la voluntad de su familia comenzó a competir en carreras labrándose un nombre que provocó que Luca Montezolo lo fichara para Ferrari en 1974.

Al año siguiente Lauda lograría el campeonato. Se le llamaba la rata porque era un estudioso de las carreras, del coche. Precisamente se decía que había ganado el título por ello y no por ser un buen piloto.

Seis meses después de caer en coma, Lauda milagrosamente vuelve a las pistas. Su rostro lo delata. Niki confesaría en su biografía que "estaba petrificado de miedo" el día que volvió a la competición.

Volvió para jugarse el título mundial. Debía quedar delante de Hunt, su rival en el gran premio de Japón. En un día lluvioso, a la segunda vuelta abandonó. Se dice que al no tener cejas el agua le entraba en los ojos impidiéndole así la visión. La escudería Ferrari jamás se lo perdonó y aunque volvió a ganar el título en 1977 fue despedido de la firma italiana y tras probar con Brabham se retira en 1979.

Sorpresivamente en 1982 el hombre que volvió de la muerte, vuelve a los circuitos. Después de una exitosa prueba con McLaren, su único problema fue convencer al patrocinador del equipo, Marlboro, de que aún era capaz de ganar. Lo demostró en la tercera carrera. Dos años después Niki Lauda consiguió su tercer campeonato del mundo con una victoria por medio punto sobre su compañero de equipo Alain Prost.

La imagen de su coche envuelto en llamas, recorrió el mundo entero. Tres valientes conductores y un policía lograron sacarlo. Tenía quemaduras de primer y de tercer grado en la cabeza y en las muñecas, varios huesos rotos y los pulmones inundados de gases tóxicos. Se lo dio por muerto, y hasta un sacerdote le dio responso, pero seis semanas más tarde, con sangre mojando los vendajes de su cabeza, terminó cuarto en el Grand Prix de Italia. Es la rata que volvió de la muerte.

19.10.06

Y desde entonces también hay que jugar bien

Cuando la desconocida Holanda se convierte en potencia futbolística a comienzos de los 70, la WM había dejado paso al catenaccio. Se había pasado de los 5 delanteros a los 3 atacantes, eso sí muy lejos del unico delantero del habitual en nuestros días 4-2-3-1. El caso es que aquel país de las flores y el queso, se comienza a practicar un fútbol distinto al habitual, primero por medio de sus clubes y luego trasladado a su selección, debido a un gurú Rinus Michels.

Al igual que sucediera con el Wonderteam de Sindelar y la Hungría de oro, Holanda jamás lograría ganar un Mundial. Dió igual. Michels, en más de una ocasión no dudo en reconocer que Holanda no fue la primera en practicar el fútbol que a él le gustaba, sino que antes estos equipos le habían enseñado el camino.

Pero La Naranja Mecánica tenía un sistema completamente nuevo a lo visto hasta entonces. Basándose en un 3-4-3 flexible, se establecia un sistema rotativo en el que los jugadores no tenían posición fija. La clave era que todos atacaban y todos defendían.

Sin menospreciar a los Van Hanegem, Van der Kherkof o Jansen, la base de aquella Holanda era el tres veces campeón de Europa Ajax de Amsterdam. Suurbier, Krol, Neeskens, Rep, Keizer, Haan, Hulhosff y Resenbrick el hijo pródigo...pero por encima de todos estaba un genio, Johan Cruyff. El Flaco era un delantero de movilidad extraordinaria que hacía sangría entre los defensas debido a sus desmarques entre líneas.

Un periodista brasileño lo llamó "la desorganización organizada". Holanda desplegaba un fútbol rápido, dinámico, ofensivo, con un sistema defensivo que aplicaba de cine el fuera de juego, desplegándose y replegándose vertiginosamente en abanico. Todos tocaban la misma música y Cruyff era el director de orquesta y el músico de fila -trabajaba más que nadie-, de una máquina en la que quizás solo chirriaba su guardameta.

En aquel Mundial del 74 dejaron para el recuerdo el que es considerado mayor exhibición técnica de la historia del fútbol por la mayoría de los especialistas. Un fabuloso 4-0 a Argentina que provocó que los sudamericanos totalmente desquiciados se dedicaran a dar patadas fruto de la desesperación...cuando apenas se había cumplido el primer cuarto de hora.

Jamás se practicó y jamás se practicará fútbol como aquel. Tenía el descaro ofensivo de antaño y la solidaridad y presencia física del actual. Eso sí, desde aquella y como dijo Cruyff; "si quieres pasar a la historia no vale solo con ganar, hay que jugar bien."