1.8.06

1988: El año del cisne


"Es increíble que un tío con semejante altura se mueva como él lo hace". Pues sí, Johan tenía razón. Fue él quien encontró al cisne de Utrecht, el delantero más elegante de la historia.

En 1981 cuando Marco contaba con 15 años, fue descubierto por el Ajax de Amsterdam, del que pronto se ocuparía Johan Cruyff. Considerado un buen cabezeador, Cruyff sabía que Van Basten era mucho más que eso.

Ya había fichado por el Milán de Berlusconi, cuando la Eurocopa de 1988 le abrió las puertas. Holanda volvía a estar en el cénit fútbolístico tras la victoria del PSV en la Copa de Europa, pero como siempre pocos confiaban en que el buen juego de los de Rinus Michels se transformara en un título.

La naranja mecánica queda encuadrada en el Grupo B junto a Inglaterra, Irlanda y la URSS. Van Basten anota tres goles, mas Holanda pierde el primer puesto del grupo al perder por 1-0 contra la URSS. La derrota pudo ser mucho mayor. Fue una exhibición de los de Lobanosvki.

Las semifinales emparejan a los tulipanes contra la anfitriona Alemania en Hamburgo. Los teutones se adelantan con un gol de penalty de Matthaeus que replicará Ronald Koeman de la misma forma. El partido es un monólogo holandés al que Alemania solo puede replicar con garra. A un minuto del final, Van Basten engancha un derechazo espectacular que lame el palo izquierdo alemán. Llegamos a la final.

Olímpico de Münich. URSS vs Holanda. Los soviéticos, comandados por Protassov, habían dado un recital ante Italia en las semifinales. Eran el mejor fútbol del torneo. Holanda estaba en su línea, pero contaban con Van Basten y ese nivel de excelencia que ocurre en contadas ocasiones.

Gullit tras una espectacular cabalgada puso a Holanda por delante. Quedaba la sentencia. Uno de los más bellos goles de la historia.

En sus 24 goles como internacional, su tanto más memorable fue el 2-0 de aquel partido. Minuto 54. Centro al área soviética. Muy pasado. Apenas un metro dentro del área grande y escorado a la izquierda de la portería de Dassaev. Marco tiene los ojos clavados en el balón esperando su llegada. Poco a poco la parábola cae y se acerca a su pierna derecha. Van Basten inclina su cuerpo, coloca recta la esplada y se sustenta de su pierna izquierda mientras la derecha traza una magnífica volea. Inesperadamente el balón, ayudado por la fuerza centrífuga de la parábola, traza un arco y se cuela por encima de Dassaev, cayendo mansamente en la escuadra derecha de la portería norte del Olímpico de Münich. Una joya. Si no lo han visto háganlo, es una delicia. Si lo hubiera hecho diez veces solo habría acertado en una ocasión; pero no lo duden, Marco apuntó ahí. Ténganlo claro.

Fue la consagración del cisne. Si sus tobillos hubieran bailado al mismo ritmo que su cabeza quien sabe lo que habría hecho.